Son actitudes sexuales que se caracterizan por intensas fantasías no convencionales, ya que involucran a objetos o seres no humanos, a personas que no podrían constituir una pareja sexual, sentimientos humillantes o dolorosos, etc. Estas fantasías se dan en forma repetida, llevando a la concreción de actos que las involucren, y provocando un malestar personal y social, que puede afectar la vida laboral o de relación.
Consideramos perversiones a aquellas realidad sexuales donde está alterada la capacidad de dar y recibir afecto, de crear y disfrutar de una intimidad emocional y sexual recíproca con una pareja, porque la excitación y el goce pasa por la presencia o no de las fantasías a las que hemos hecho referencia. Esto causa una inadaptación emocional e interpersonal que provoca un intenso sufrimiento a las personas afectadas.
Las perversiones consisten en:
• Necesitar para gozar una pareja inadecuada o personas que no consienten el acto sexual. Es el caso de la pedofilia (excitación con niños) y la necrofilia (excitación con cadáveres).
• La inclinación hacia otros seres, como los animales. Es el caso de la zoofilia o bestialismo.
• La necesidad de dominar o someterse en un tipo de relación humillante, que lleva incluso a sufrir o aplicar flagelación, como en el caso del sadismo y el masoquismo.
• También puede orientarse hacia prendas de vestir, objetos o atributos como pelucas, uniformes, lencería, etc., lo cual se denomina fetichismo; u otros objetos como las heces en la coprofilia.
• Por último, la actitud que necesita del ver o mostrar para poder alcanzar la excitación. Es el caso del voyeurismo y del exhibicionismo respectivamente.
La mayoría de ellas son mucho más frecuentes en los hombres que en las mujeres, sin que se encuentre absolutamente definida la causa de esta desproporción.